miércoles, 21 de enero de 2015

18 meses

Año y medio, ahí es nada. En un abrir, vaciar y cerrar cajones de la Cachorrina, ha llegado a los 18 meses hecha una campeona -y un polvorín, que todo hay que decirlo-, y nosotros hemos llegado cuerdos, lo cual ya tiene su mérito.

En estos últimos meses la peque ha cambiado muchísimo: ha crecido, se le va poniendo cara de niña y va abandonando su aspecto de bebetona. Está muy alta y “hermosa”, y aunque hasta mañana el pediatra no nos dará los datos exactos de su crecimiento, ya os digo yo que pesa un huevo (sí, aceptamos el huevo como unidad de medida universal). También le ha crecido mucho el pelo pero tiene unos rizos indomables -la loca de los pelos, la llamamos, no digo más-, que cada vez se le ensortijan más y en lugar de crecer parece que menguan.

Pero si en algo ha evolucionado es en su motricidad, su verborrea, entendimiento... En fin, que de unos meses para acá espabila a pasos agigantados. Corre que se las pela, ha aprendido a equilibrarse si tropieza, así que se cae mucho menos y, si se cae, ya no frena con los pocos dientes que tiene, sino que pone las manos. Además ya empieza a reconocer formas y colores y es capaz de acoplar piezas de madera grandes con forma de animal en sus huecos. Y hemos conseguido que empiece a recoger sus juguetes, aunque nos lleva horas porque celebra y se autoaplaude con cada cosa que pone en su sitio.

También imita todo lo que ve, y da de comer a sus muñecos, los acuna, les tapa para que duerman, los sienta en la trona (y los lanza al aire sin miramientos cuando ve que llega la comida y le están ocupando el sitio... que con la comida no se juega.) Aunque lo que más la entretiene son los cuentos, libros, revistas o todo lo que caiga en sus manos que tenga páginas para pasar... lo que le gusta el diccionario de inglés... yo creo que es una indirecta a su padre que está venga a ponerle dibujos en inglés y la pobre anda mirando a ver si se entera de algo.

Habla mucho: en su idioma no calla, todo lo comenta y te lo cuenta convencida como si la estuvieras entendiendo. Y canta mucho, en su idioma también. Y no sé si será amor de madre, pero creo que canta ya la canción de Frozen. Muerta me quedo. 
Que le entendamos dice: mamá, papá, caca, Coco, Pipi, Pepe -son los nombres de sus muñecos-, Pi (que es el chupín o el pie, según le convenga), ava (agua), pa (pan), pe (peti-danonino para los modernos-), Quí (aquí), No, nononono -con movimiento de dedo y cabeza incluidos para que no haya duda alguna de que de hacer eso que le dices, nones-,... también hace esfuerzos a veces por decir cosas más complicadas, como ulululu (cocodrilo) y ococó (Pocoyó). También sabe imitar a un montón de animales, algunos difíciles hasta para mí: la vaca, la oveja, el caballo, el elefante, el pavo, el mono, el lobo, el gorila (se da golpes en el pecho -me la como-)... Vamos un despliegue de talento que nos tiene la mar de entretenidos.

Sigue comiendo mucho y muy bien, y hemos descubierto que lo que más le gusta del mundo mundial es la lubina al horno y el queso manchego. Dice que los quesitos te los comas tú, ella curado del bueno. No sabe nada la nena...

Y en la guarde está ya encantada, se queda contenta, la recogemos contenta, y come y echa su siesta allí de mil amores, lo cual es de agradecer porque siempre se queda una preocupada de que no lo pase mal ni se sienta abandonada por dejarla allí. Nos dice la profe que no para un segundo y que se pasa la mañana cantando, así que supongo que eso quiere decir que está feliz.

Las noches las alterna, según le dé... qué sinvivir oiga, nos acostamos siempre con la incertidumbre de si esa noche dormirá del tirón o se tirará media noche despierta... Yo así no llego a mayor.

Lo cierto es que está en un momento muy gracioso y, por mucha guerra que dé, tenemos que reconocer que la casa está llena de ambiente (ella se basta y se sobra para llenar cada rincón) y nos reímos mucho. ¡A ver qué nos espera a partir de ahora!

lunes, 5 de enero de 2015

Queridos Reyes Magos


Queridos Reyes Magos,



Mi nombre es Nerea, como ya sabréis, aunque mi madre airee mis vergüenzas en un blog dirigiéndose a mí como la Cachorrina; y, como también sabréis, tengo 17 meses y medio (a mi edad los medios, son muy importantes). 

Estoy en un momento de mi vida en el que me falta espacio para correr, me sobra energía para jugar y no necesito excusas para divertirme y encontrar entretenimiento en cualquier parte y con cualquier cosa. De hecho, lo único que necesito para ser feliz y pasarlo como los indios en mis ratos de juego (que para mí son todos, aunque mami diga que con ciertas cosas no se juega), es a alguien dispuesto a prestarme atención, correr detrás de mí, tirarse conmigo al suelo, explicarme pacientemente los cuentos cuyas páginas yo paso una y mil veces, bailar y cantar en cualquier sitio para hacerme reír... y si ese alguien son papá y mamá, pues la felicidad ya es total. Aunque también aplaudo con las orejas por disfrutar de la atención y los juegos de mis abuelos y mis tías, que valen más que todos los juguetes de Peppa Pig, Dora la Exploradora, Pocoyó, las fábricas del mundo de Fischer Price y Mattel y las muñecas de Famosa (todas), juntos. 

Por eso, este año sólo pido verles más y poder reír con todos ellos, que sigan queriéndome igual y que la casa, tanto en la isla, como la de Oviedo y la de Cangas, sigan llenas de risas, besos, mimos, caricias y juegos.

Ahora bien, si me traéis una moto rosa con la que ser la más molona del parque, no le voy a hacer ascos. Ahí lo dejo.

Nos vemos en la Cabalgata, 


Nerea

Pd. Que dice mamá que esta noche no hagáis mucho ruido para dejar los regalos, que yo tengo el sueño ligero y fueron ya muchos meses de insomnio.