domingo, 27 de abril de 2014

El gateo


Entre los 7 y los 10 meses aproximadamente los bebés ganan fuerza, se aguantan sentados perfectamente solos y comienzan a querer investigar lo que hay a su alrededor, no sólo lo que tienen a mano, sino cualquier cosa que les entre por los ojos. Es en ese afán por investigar todo aquello que capta su atención, que sienten la necesidad de desplazarse para alzanzarlo, primero intentando estirarse, haciendo poses imposibles de acróbata ruso, que ríete tú del Bikram Yoga, y después probando diversas maneras de llegar a él cuando los estiramientos no bastan. Es en este momento cuando muchos comienzan con la etapa del gateo.

El gateo es como se denomina tradicionalmente al desplazamiento del bebé a cuatro patas apoyado sobre las rodillas y las palmas de las manos, y que supone el paso previo a aprender a caminar. Sin embargo, muchos bebés omiten el gateo antes de ponerse en pie, o han aprendido a desplazarse otras formas que les resultan más cómodas y que ya les permiten alcanzar los objetos que les quedan más alejados. Algunos peques se desplazan reptando sobre la tripa, otros sentados, y otros arrastrando las piernas con los bracitos. El caso es conseguir moverse del sitio como sea hasta que aprenden a caminar. A todas esas formas de desplazamiento también se las considera gateo, así que cuando muchos padres dicen que sus hijos no han gateado, se refieren al movimiento a cuatro patas, aunque seguramente sus hijos si han gateado de otra manera, encontrando su propia forma de ir de un sitio a otro.




Antes de comenzar a gatear, el bebé debe tener desarrollada la fuerza de sus músculos de brazos, piernas y espalda, y debe poder sentarse y rodar solo. Una vez que consigue ésto y que mejora su sentido del equilibrio, mejora también su coordinación corporal, especialmente de brazos y piernas y es cuando puede intentar ponerse a cuatro patas.

Para estimular el movimiento autónomo del bebé basta con jugar con él, llamando su atención sobre diferentes objetos que se pueden ir colocando cada vez más lejos para que intente llegar hasta ellos como buenamente pueda. Si lo que queréis es tratar de estimular su gateo a cuatro patas, también puede funcionar enseñarle la posición con un cojín debajo o vuestras manos y balanceándolo ligeramente hacia adelante y hacia atrás. Seguramente así, cuando lo soltéis, siga a cuatro patas y también balanceándose. O podéis poneros a cuatro patas vosotros delante de él y tratar de jugar al pilla pilla, a ver si se arranca a perseguiros imitando vuestro movimiento.

La Cachorrina es de esos bebés que se desplazan como les da la gana y, aunque la hemos puesto a cuatro patas y se aguanta, para ir de un sitio a otro prefiere hacerlo cómodamente sentada. Se ve que es muy práctica y pasa de perder el tiempo cambiando de pose, así que sentada la dejas en un sitio, sentada se va peregrinando por casa, y sentada llega a destino a seguir jugando exactamente en la misma posición con aquello que iba a buscar. Tan a gusto y sin despeinarse, oiga. Y a veces es tan rápida y tan sigilosa. y mantiene tanto la pose, que pensamos que se teletransporta -hace chas y se sienta a tu lado, jojo-.

Y vuestr@s peques, ¿cómo gatean?, ¿hacéis algo para ayudarles a gatear?

Seguid tan guap@s :)

martes, 22 de abril de 2014

La costra láctea

Una no deja de sorprenderse de la cantidad ingente de cosas que le eran del todo desconocidas hasta que se embaraza y se convierte en "la madre de la criatura", como ya os vine contando en entradas anteriores sobre palabras que no incluía mi vocabulario hasta que no encargamos a la Cachorrina. Pues una de esas cosas es la costra láctea

Así dicho, suena regular, porque la palabra costra suena a guarrerindonguez, pero es una afección muy común en los lactantes y niños de hasta 3 años de edad, que supone un perjuicio estético más que otra cosa. Se trata de una descamación del cuero cabelludo de los bebés, originada por el exceso de producción de sebo de los lactantes que, hasta que se regula por sí sola, provoca la aparición de grandes costras o escamas de color blanco, grisáceo o amarillo en la cabeza del bebé. Lo normal es que se concentren en alguna zona del cuero cabelludo, aunque hay casos en que puede extenderse a otras partes del cuerpo como las cejas, párpados, nariz u orejas. 

La costra láctea no es un problema grave, ni tan siquiera es contagiosa ni indicadora de falta de higiene, además, tampoco resulta molesta para los peques y con el tiempo desaparece por sí sola. Aún así, para casos en los que sea más persistente o abundante, el pediatra puede recetar algún champú o producto específico, aunque por lo que he leído por ahí, no son muy eficaces. Lo que sí parece funcionar es un método mucho más tradicional que consiste en aplicar un poco de aceite (de oliva, almendras, infantil...) en la zona con un suave masaje, dejarlo actuar unos minutos y después lavar la cabeza del bebé de la forma habitual. Al terminar, pasarle un cepillo o peine suave adecuado para niños, que ayude a arrastrar y eliminar las costras. 



Lo que no debe hacerse nunca, es tratar de arrancar o eliminar las costras con las manos o si aquéllas no se desrenden por sí solas, ya que entonces sí le podríamos provocar alguna infección al bebé.

En nuestro caso, la Cachorrina tiene costra láctea en la zona de la coronilla, pero como tiene ese melenón que la genética le dio, no se le ve, así que directamente hemos dejado que se le fuera eliminando sola, como ha sido. Poco a poco se le han ido secando y cayendo las escamas y ya le quedan muy poquitas que directamente se quedan en el peine después del baño. 

Y vuestr@s peques, ¿tienen o tuvieron costra láctea? ¿utilizasteis algún truco o esperasteis a que remitiera sola?

Seguid tan guap@s :)

Imagen: Two peas in a bucket vía Pinterest.

miércoles, 16 de abril de 2014

En forma con tu bebé

Después de pasar por el embarazo, con ese barrigón, esa retención de líquidos y esa espalda machacada, una pretende volver a su ser lo antes posible pero tener a tu peque las 24 horas pegado a ti no facilita mucho que puedas dedicar tiempo a apuntarte a un bombardeo en el gimnasio y combinar las clases de Spinning, con pilates, GAP, Zumba y lo que se tercie para conseguir poner un poco de orden en tu maltratado cuerpo.

Lo cierto es que yo no engordé mucho en el embarazo: 10 kilos en total, que afortunadamente ya he bajado, pero claro, bajas los kilos pero tu cuerpo no es igual, y queda esa barriga blandiblu que pide series de abominables a cascoporro, pero que nunca encuentras momento para hacer (menos mal). Y debo decir que intenté apuntarme a la moda del running, saliendo a correr un par de días que conseguía robarle media hora a la Cachorrina, pero siempre vuelve una de correr con esa sensación de "pero qué  necesidad de pasar este mal rato" como si no tuviera una bastante con no dormir o parecer el Jorobado de Notre Dame por la acumulación de contracturas de cargar con la peque, así que corrí 4 ó 5 días, me mudé, y volví a perder la media hora robada y las ganas, para qué engañarnos. 

Por eso, cada vez me resulta más atractiva la idea de poder compaginar el cuidado de mi hija/siamesa con hacer ejercicios específicos para la total recuperación física postparto. Y aunque empujar el carrito cuesta arriba algunos kilómetros, o levantar el peso de la Cachorrina cien veces al día, ya puedan parecer ejercicio bastante, me parece genial poder hacer ejercicios guiados por una profesional, que te anime, que te enseñe a hacerlos bien y que sepa darte clases completas de deporte con tu bebé para disfrutar de él, y a la vez recuperar tu forma, tonificar los músculos y conseguir que todo vuelva a su sitio. Y si puedes compartir la experiencia con otras mamis que están igual que tú y con sus retoños, pues mejor que mejor. 




Lo cierto es que hay algunos gimnasios que ya están incluyendo este tipo de clases entre sus actividades, pero yo quiero recomendaros lo que conozco, que es ACTIMAMI - Mamás activas, bebés felices, el proyecto de una Licenciada en Educación Física que decidió especializarse en el cuidado de las mujeres durante el embarazo y el postparto y que realiza clases tanto individuales como colectivas, a domicilio o en centros deportivos, gimnasios, centros sociales, etc. La profesional que se encuentra detrás de Actimami se llama Teresa y, no sólo es una excelente entrenadora personal para mamis presentes y futuras, si no que también es un encanto y súper divertida, con lo que sus clases no pueden resultar nunca aburridas. Actimami tiene su actividad en Asturias y podéis poneros en contacto con ella o seguir sus Masterclass en su página de Facebook pinchando aquí. Si os animáis os prometo que no os arrepentiréis.

Para las que seáis de fuera de Asturias no tengo a quién recomendaros, pero seguro que también hay iniciativas de este tipo en vuestras ciudades. A ver qué encuentro yo ahora en La Isla ;)

¿Alguna habéis probado ya estas clases?¿Os animaríais? 

Hasta el próximo post!!

martes, 8 de abril de 2014

Los abuelos

Esta semana hemos tenido visita en La Isla, y es que mis suegros no se aguantaban ni un día más sin ver a la Cachorrina -mis padres tampoco, y por eso ya tienen también comprados sus billetes desde la misma semana que nos mudamos-, así que hemos podido volver a disfrutar en todo su esplendor de ese fenómeno de la naturaleza curiosísimo que son los abuelos.

Lo cierto es que yo nunca me había parado a pensar en qué era lo que un abuelo sentía por sus nietos, que obviamente no son lo mismo que los hijos, pero que se disfrutan de otra manera, sin cargas. Cuando me quedé embarazada supuse que a los futuros abuelos les haría ilusión, pero no sabía hasta qué punto podía entusiasmarles la idea de tener un nietín o nietina al que mimar, malcriar, con el que jugar y al que devolver a sus padres cuando las cosas se pusieran feas (vamos, que el Cangués y yo lo que queríamos cuando nos aventuramos en esto de la paternidad, era ser abuelos, que mola más, pero no lo sabíamos). Y desde luego no tenía ni idea de que su amor por la Cachorrina sería tan desmesurado. 

Por eso, una de las cosas que nos ha regalado la paternidad al Cangués y a mí es el ver a nuestros padres ilusionados y emocionados como niños pequeños la mañana de Reyes ante la mera presencia de la Cachorrina, qué digo presencia, ante una foto, un vídeo o una pedorreta al móvil. 

Y es que los abuelos no sólo mueren de amor y de babas por sus nietos, sino que parecen olvidar que algún día ellos fueron padres y criaron a sus propios cachorros, porque de pronto todo lo que rodea al nieto les parece nuevo y se sorprenden con cada progreso y aprendizaje de los bebés como si nunca hubieran visto uno y piensan que su nieto o nieta es el más listo y el más espabilado porque ya hace esto y aquello, y parecen no querer darse cuentas de que lo mismo lo hacen todos... Y te preguntan mil veces alucinados cada cosa que hacen, y te llaman a diario para preguntar simplemente cómo durmió esa noche. Y te lo quieren secuestrar y que se lo dejes horas, días, a dormir o a comer, y poder ser ellos quienes le lleven al parque o de paseo. Quieren darles ellos biberones (casi les duele que les des el pecho porque no pueden hacerlo ellos), purés, comprarles tooodo lo que necesitan y lo que no, que les envíes fotos y vídeos en el nuevo grupo de wharsapp familiar que has tenido que crear para ello, y que se los pongas en el Skype donde le puedan cantar y hacer pedorretas aunque estén lejos, para que no se olviden de ellos. Y los cogen en brazos sin cansarse durante horas para enseñarles cosas, y se tiran al suelo a jugar sin que existan achaques que lo impidan, y los abrazan con cara extasiada y no dejan que nadie se los quite de las manos. Y sonríen con la sonrisa más grande que les habías visto en años, y los ojos les brillan y de repente parece que han rejuvenecido 20 años. Y empapelan la casa con fotos, y los tienen de fondo de pantalla en el móvil, en el ordenador, en la foto de perfil del Facebook (es que los nuestros son muy modernos), y presumen de ellos delante de todo el que se cruza en su camino, esté interesado o no, que eso es lo de menos. Y mueren de pena si tienen que vivir lejos de ellos y no pueden verlos a diario o todas las semanas, aunque sea un ratito.

Al Cangués y a mí no deja de sorprendernos la capacidad para querer a la Cachorrina que tienen mis padres y mis suegros, y la intensidad con la que viven cada día en la vida de la peque -debo decir que, además, hasta el más escéptico cae rendido ante una caída de pestañas de la peque, porque a mí suegra no le hizo ni ilusión cuando le dijimos que iba a ser abuela y ahora es la peor de los cuatro-. Así que, aunque a veces nos parezca que se ponen muy pesados, no podemos dejar de agradecer que la quieran tanto y que se preocupen por ella, porque es una suerte que estén ahí y que la Cachorrina pueda disfrutar de tener unos abuelos que la adoran.

Y a vosotr@s, ¿os sorprendieron los abuelos como a nosotros? 

¡Hasta el próximo post!