viernes, 27 de septiembre de 2013

¡¡2 meses!!

El miércoles la cachorrina cumplió sus primeros dos meses de vida (fuera del vientre de su madre) y se me hace rarísimo porque no me había dado cuenta de que había pasado tanto tiempo ya desde que le vi la carina por primera vez.

En estos dos meses muchas cosas han cambiado, porque la peque crece y evoluciona a un ritmo que no hay quien lo siga y porque nosotros -el cangués y una servidora- vamos aprendiendo con la técnica ancestral del ensayo-error (errando mucho, antes de acertar, claro).

La lactancia materna, que fue muy dura las primeras semanas, se ha convertido en algo placentero que me encanta compartir con mi cachorrina. Del caos de los primeros días con tomas larguíiiiiiisimas cada hora y media o dos horas -incluso cada hora, sin exagerar-, hemos ido separando las tomas. Digo "hemos" para que parezca que hubo consenso y que el Cangués y yo pintamos algo, pero vamos, que es todo cosa de Nerea, que es la que manda y ella sola va pidiendo su ración de leche cada más tiempo.

Las noches han pasado de estarr más horas despiertos que dormidos durante su eterna crisis de crecimiento, a lograr dormir 6, incluso 7, horas seguidas esta última semana así que estamos que no nos lo creemos y parece que mis ojeras de malo de Disney ya casi se pueden disimular con un poco de corrector.

La peque, además, ha pasado del famoso (y falsísimo) comer y dormir, a estar despierta la mayor parte del día, observando todo lo que hay a su alrededor y sonriendo a diestro y siniestro a todo aquel que le echa un piropo o le hace una monería (si es que es una mimosa -y una facilona, la verdad-).

Lo que nos parece increíble es lo que cambia en tan poco tiempo y nos morimos de la pena pensando que ya ha dejado de ser y parecer un recién nacido para ser un bebetón regordete que lo mira todo con ansia y se muere de la risa con cualquier cosa. Aaayssss, ¡qué penita ir quemando etapas tan rápido!

¡¡Hasta el próximo post!!

jueves, 19 de septiembre de 2013

Se me enamora el alma...

...Cuando te enfadas y protestas llorando, y te doy el chupete y entonces quieres el chupo, pero te resistes a desenfadarte así que chupas con ganas pero con el ceño fruncido y gruñendo por lo bajini como un animalín rabioso, y me miras con desconfianza como si pensaras que i intento engañarte y como diciendo: "vale, cojo el chupo, pero que sepas que sigo enfadadíiiiiiisima"...

lunes, 16 de septiembre de 2013

Las primeras semanas con la cachorrina (II): La crisis de crecimiento


Una de las cosas de las que no tenía ni idea al convertirme en mami, es que existían las llamadas “Crisis de crecimiento” de los recién nacidos, que básicamente consisten en unos días determinados, que pueden variar de unos bebés a otros, en los que se produce un desajuste entre la oferta y la demanda de leche materna, de forma que los bebés necesitan que su madre aumente la producción de leche para adaptarse a sus nuevas necesidades de crecimiento y para lograrlo demandan tomas más a menudo. Son días que los bebés están más nerviosos e irritables (e irritantes) se cogen al pecho como con ansiedad –dando tirones infernales-, lloran más, les cuesta mucho dormir y parece que nunca se sacian. Estas crisis suelen producirse en torno a los 15-20 días, al mes y medio y a los 3 meses. Y duran aproximadamente una semana, tras la cual, una vez regulada la producción de leche, el bebé vuelve a mamar con normalidad. 

Pues bien… la cachorrina vive en una crisis de crecimiento permanente desde los 20 días de vida, más o menos. Se ve que la cogió con ganas y ¡¡¡no hay manera de que la suelte!!! Y es que con poco más de dos semanas, la nena decidió activarse, -que lo de comer y dormir era un rollo- y empezó a estar despierta varias horas al día, en las que quiere comer a todas horas, y si no se enfurruña, y sólo la duerme estar de paseo o de jarana fuera de casa (me salió fiestera), y termina las tomas enfadada con el mundo y en una espiral de “ni sí, ni no, ni todo lo contrario” que nos tiene con el corazón en un puño para no provocarla y manejándola como si fuera un cartucho de dinamita. Además, entre las 9 de la noche y la 1 de la mañana directamente lloraba por sistema: pedía teta pero si la ponías lloraba, y si la quitabas también, si la echabas en la cuna, peor y si la paseabas quería comer otra vez y ¡vuelta a empezar! Afortunadamente, esto hemos conseguido superarlo esta última semana con la sencilla solución de acostarla antes: como la repunancia le daba hacia las 9 y pico, decidimos adelantar su hora del baño de tal manera que a las 9 la cachorrina estuviera bañada, comida y metida en su cuna durmiendo… y quién lo iba a decir: mano de santo, oiga. Ahora la nena se mete en su cuna a las 9 y hasta las 12:30 que se despierta para otra toma no hay guaja. ¡¡Se acabó el drama!! Ahora sólo nos queda intentar que las tomas de la noche sean más cortas porque se despierta cada 2 ó 3 horas y le cuesta horrores volver a conciliar el sueño.  ¿Alguna idea?

Crisis de crecimiento aparte, Nerea está cada día más guapa, más despierta, más sonriente y más mimosa (que le gusta un besín lo que no está escrito) y debo decir que estábamos tan acostumbrados a que la cachorrina estuviera activa (aunque fuera protestando) que esas horas que duerme ahora ¡la echamos de menos! Y estamos esperando como tontos a que despierte… Si es que no somos nadie.





Hasta el próximo post!!

jueves, 12 de septiembre de 2013

Se me enamora el alma...

... Cuando te recojo de tu cuna por la mañana y estás preciosa, calentina, metida en tu mini pijama y envuelta en tu mantina, con los papinos colorados; y hueles a ti, a bebé, a leche (regurgitada) y a Nenuco;  y abres los ojinos, me miras y sonríes remolona porque sabes que mamá atiende a tu llamada y viene a buscarte para comer. Y entonces te cojo y te abrazo, pego mi nariz a tu pelo y sonrío y pienso que a nadie se le ocurriría una forma más bonita de comenzar el día.




Hoy estreno nueva (y rápida) sección en el blog en la que quiero guardar todos esos momentos especiales con mi cachorrina. La iba a llamar "Me gusta" emulando al Facebook, pero se me quedaba corta la expresión, que una es muy sentida para sus cosas y con la peque (guerrera donde las haya) se me enamora el alma, que diría la folclórica.

Hasta el próximo post!!



martes, 10 de septiembre de 2013

Las primeras semanas con la cachorrina (I)

Desde que la cachorrina llegó a nuestras vidas, -de cuerpo presente con sus sonrisas, sus llantos, sus cacas, sus muecas, sus manitas, sus ojazos y su leche regurgitada, y no sólo como parte de mí, dándome patadas a lo loco-, nuestras vidas cambiaron radicalmente, pasando de la paz, tranquilidad, ocio y tiempo libre a tutiplén a las noches sin dormir, los tropecientos cambios de pañales diarios, la lucha con la lactancia y sus horarios anárquicos, el caos absoluto y la desorganización en el hogar familiar y la ausencia total de tiempo para dedicar a algo que no estuviera relacionado con la peque de la casa. 

Y es que cuando estás esperando por la llegada de tu bebé y los que ya son padres te dicen aquello de “duerme ahora que luego no vas a dormir”, “aprovecha para salir ahora que luego se acaba”, “una vez que tienes hijos ya no tienes tiempo para nada más”, piensas que son unos dramáticos que quieren meterte el miedo en el cuerpo, pero que no puede ser para tanto. Pues sí, amig@s mí@s. Sí es para tanto. Y para más. Un recién nacido requiere toda la atención que puedas darle y un poco más.

Las primeras 2 ó 3 semanas de la cachorrina, la verdad es que fueron agotadoras más por inexperiencia nuestra que porque ella diera guerra, prubitina mía, porque la verdad es que sólo comía y dormía. Pero como teníamos claro que queríamos optar por la lactancia materna para ella y hacerlo bien para que funcionara, es decir, a demanda, pues nos tenía todo el día con un ojo medio abierto y otro medio cerrado de sueño de tener que alimentarla cada hora y media o dos horas (ésta no perdona tomas, así que de dormir más de noche ni le hablamos). Y como padres tontones, ilusionados e inexpertos, nos olvidamos del pragmatismo y de la imposición de un sistema eficiente y aunque repartimos las tareas – yo, teta, él, cacas-, no podíamos evitar apoyarnos moralmente en nuestras respectivas obligaciones, y así, el pobre y agotado Cangués se dedicaba a contemplarnos con la legaña pegada mientras la peque comía a las tantas de la mañana, y yo, sonámbula perdida, no me perdía un paseo de padre e hija al cambiador, aunque sólo fuera para animar, que no se diga que no nos gusta el trabajo en equipo en esta familia. Y lo peor es que en vez de aprovechar para dormir cuando la cachorrina dormía, nos dedicábamos a mirarla desde lo alto de la cuna embobados atemorizándola, que la pobre nos miraba de reojo con miedo a quedarse dormida por culpa de esas dos presencias sospechosas que la observaban con sonrisa bobalicona.

Y así, entre babas (las del Cangués y mías, claro), dar de comer a la peque cada minuto y medio, comprobar su respiración mientras dormía y decir sin cesar “pero mira que eres guapa” (porque os prometo que yo no había visto nada tan bonito en la vida) pasamos las primeras semanas de la nena. Eso sí, echados a la calle como si fuéramos unos sin hogar, que no se diga que a la cachorrina no la aireamos, que desde el mismo día de su salida del hospital ha paseado mañana y tarde a diario, ido a la piscina, de compras, de parrillada con los amigos, de comilonas familiares… y así hemos descubierto que la nena es un animal social, porque ¡lo que menos le gusta es estar en casa!

En el próximo post, os contaré como siguió la experiencia desde que la peque se activó, allá por los 20 días aproximadamente, y os contaré mi experiencia con la lactancia materna. 

Gracias por seguir leyéndome a pesar de la escasez de actualizaciones. ¡¡Seguid tan guap@s!!